Vamos con la entrevista!
– Primer libro que leíste del que guardas un buen recuerdo:
Creo que se llamaba Cartilla escolar y tal vez fuera verde. Me gustaban sus dibujos y aprendí cosas importantes, como que mi mamá me ama y que yo amo a mi mamá, frases que desde entonces fueron grandes pilares de mi educación sentimental.
– Tu libro favorito:
Difícil… Por citar alguno, de niño, “Jim Botón y Lucas el maquinista”, de Michael Ende. En los últimos años… tal vez “Tierra desacostumbrada”, de Jhumpa Lahari.
– Tu autor favorito:
El famoso escritor de comedia sudafricano J.M. Coetzee. Bueno, cómico no es, pero me gusta.
– Tu género favorito:
A días el cuento, otros la novela.
– Hora preferida de lectura:
Por la noche, en la cama.
– Lugar preferido de lectura:
Una playa tranquila al atardecer, a ser posible con mi cama allí.
-¿Qué consideras imprescindible en un libro?
Hoy en día, por desgracia, debido a una cosa llamada vista cansada, un tamaño de letra aceptable.
-¿Qué consideras que sobra en un libro?
Las fajas diciendo lo maravilloso o esperado que es el libro. Según sus fajas la mitad de los libros son tan maravillosos como esperados, o los ha escrito una nueva voz deslumbrante o frases así… A mí me gusta leer libros maravillosos, conocer a las deslumbrantes nuevas voces y con estas fajas, la verdad, no doy abasto
– ¿Cómo y dónde te inspiras para crear tus historias, los personajes, las tramas, etc…?
Más que inspirarme, me siento ante el ordenador o ante un cuaderno y ahí paso horas hasta que al final algo sale. Pasear también me ayuda cuando estoy pensando en las tramas. A veces conoces a alguna persona peculiar y le robas algún rasgo o expresión. Leer las noticias también me es útil, sobre todo de la prensa provincial. Encuentras noticias curiosas que pueden dar mucho juego y si no lo dan al menos te asombras de lo variado de la naturaleza humana, lo que siempre entretiene. Viajar en el transporte público y estar atento a las conversaciones de la gente también viene bien aunque en estos tiempos de Covid no lo recomiendo, al menos si hablamos del transporte público de Madrid.
– ¿Llevas siempre una libreta encima para ir anotando las ideas que te vienen a la cabeza?¿O durante el día eres capaz de desconectar y no pensar para nada en lo que estás escribiendo?
Antes solía llevar encima pequeñas libretas que perdía con escrupulosa regularidad. De vez en cuando reaparece alguna en cajones y armarios pero, o no comprendo bien qué quería decir yo con esas notas crípticas o no entiendo mi letra, que es bastante mala (en segundo de bachillerato un profesor me amenazó con mandarme a hacer caligrafía). Ahora tengo un grupo de whatsapp del que se fue todo el mundo y en el que sólo quedo yo. Lo uso para enviarme whatsapps con notas y cuando las recibo las leo y suelo encontrarlas muy acertadas.
– ¿Es muy distinto escribir guiones que una novela?
Sí, es diferente. Cuando comienzo a escribir un guión normalmente tengo la certeza de que me lo van a pagar, porque lo primero que escribo es mi firma en un contrato. Por ahora las novelas las he comenzado a escribir sin contrato, con la esperanza de venderlas, y una vez terminadas he conseguido venderlas y que me pagaran algo. Además, en los guiones siempre hay gente hablando y en las novelas a veces meto descripciones, cosas como… “entró en la sombría habitación” o “en su cabeza mil recuerdos pasaron como un flashazo”.
También cambia que en los guiones tengo siempre fechas de entrega con ciertas cláusulas que penalizan el incumplimiento de contrato, cosa que me motiva muchísimo a la hora de entregar dentro del plazo. En las novelas la fecha de entrega me la pongo yo, por lo que la incumplo siempre, por supuesto.
– ¿Qué te resulta más fácil?
Lo más complicado para mí es pensar la trama. Una vez conseguida una trama que funcione o que parezca que funciona el resto me resulta más fácil.
– ¿Como haces para cambiar el chip entre guion y novela? Estar conviviendo con dos trabajos al mismo tiempo, es como escribir dos novelas al mismo tiempo, ¿como lo haces?
No me cuesta, al fin y al cabo ambos géneros consisten en contar historias, y en hacerlo de forma que al lector o la audiencia les resulten interesantes o al menos no blasfemen acordándose de tus ancestros al ver la serie o leer lo que has escrito.
– Ocho años después de «Calcetines» y «Te vas a reír cuando te lo cuente», ¿qué te hizo decidir a escribir por fin una novela larga?
La realidad es que los orígenes de mi novela larga son anteriores a esos dos libros. Pero soy un virtuoso de la procrastinación, uno de los grandes en Europa en esa faceta humana y dejé esos orígenes de la novela durmiendo en un disco duro durante mucho tiempo. Hace como tres años cayó sobre mi cabeza un libro bastante grueso desde la balda más alta de mi biblioteca, lo que interpreté como una señal divina de que debía terminar la novela o meter un poco más adentro los libros. Abrí el archivo y lo retomé donde lo había dejado.
– En «Yoga a primera vista» las situaciones divertidas que vive el protagonista no tienen límites. ¿Tiene límites tu imaginación? ¿Que sorpresas más nos depara?
En realidad mi imaginación es muy limitada, pero hasta ahora igual he conseguido disimularlo. Si dijera qué sorpresas depara dejarían de ser sorpresas, pero luego más abajo contaré algo.
– Jorge, el protagonista de «Yoga a primera vista» es también guionista y nacido en Albacete, como tu. Se parece en algo más en ti? O algunas de las anécdotas que le suceden en la obra te han sucedido a ti?
Jorge, por fortuna, no se parece mucho a mí, o eso quiero pensar. No atraigo las catástrofes como él y creo ser un poco más maduro. No me han pasado directamente las anécdotas que cuento en la novela, pero sí algunas parecidas que he usado deformándolas un poco. Por ejemplo, yo, como tantos, he tenido algún jefe un poco cafre. Recuerdo uno de los primeros años en el que está inspirado levemente el jefe que aparece en la novela. He tirado de esas experiencias y otras para crear algunos personajes e historias.
– ¿Te ríes escribiendo?
No, y es mejor así, porque suelo escribir en sitios serios, como la biblioteca del Ateneo de Madrid, y creo que reírme hubiera supuesto que me expulsaran o que intentaran ingresarme en una institución mental. Me río, eso sí, leyendo, pero normalmente no lo que yo he escrito, porque la risa requiere de la sorpresa, como las cosquillas, y yo con lo mío ya no me sorprendo, lo que me parece genial.
– Has abandonado alguna historia por no saber cómo continuarla? ¿Que haces con ellas si se da el caso?
A veces se abandonan, sí, pero más que por no saber continuarlas en mi caso era por vagancia. Abandoné mi última novela hace años, por ejemplo, pero fue más por pereza y falta de confianza.
– ¿Con cuál de tus trabajos, hasta la fecha, te sientes más orgulloso?
En literatura, con mi libro de cuentos “Te vas a reír cuando te lo cuente”. Tal vez porque fue el primer libro que me publicaron. Esta pandemia decidí publicarlo de nuevo a través de la plataforma de Amazon, porque la editorial que lo publicó había quebrado y el libro no se podía encontrar, cosa que igual era beneficiosa para la Humanidad. Pero en fin, a mí al releerlo me siguió gustando, lo que dice mucho de mi falta de criterio y bastante sobre mi ego.
– ¿Con qué escrito te lo has pasado mejor?
Con mis cuentos más locos, como un cuento llamado “Panda fever” u otros, como “Pezones” o “El bronceado perfecto”. Y ahora con una obra de teatro que tengo a medio y con la que estoy disfrutando bastante.
– ¿Qué es lo que más te ha costado escribir?
La memoria siempre privilegia lo más reciente, al menos la mía, que es muy mala. Por eso siempre siento que lo que tengo entre manos es lo más difícil. Así que ahora, el thriller que estoy terminando es lo que más me ha costado escribir. Pero cuando vendimiaba me parecía que vendimiar era lo más duro y cuando cogía oliva que la oliva, y eso que sólo cogí oliva un día en mi vida.
– ¿Y lo que menos te ha gustado escribir?
Uno de los primeros trabajos en el que me pagaron por escribir fue el de redactor en una enciclopedia, antes de que llegara la Wikipedia. Era una enciclopedia pequeñita que iba a sacar una editorial de Murcia, y a mí me tocó parte de la letra T. Durante una época fui uno de los mayores expertos en mi pueblo sobre Timor, tanto el Oriental como el Occidental, lo que no me sirvió de gran cosa en la vida, porque es muy difícil que surja el tema “Timor” en el día a día de un español.
– ¿Estás pensando ya en un nuevo libro? ¿Alguna pista 🙂 ?
Tengo una novela tan avanzada como poco humorística, es un thriller, y también dos ideas para sendas novelas supuestamente cómicas, una sobre política y otra histórica. Lo malo es que mi imaginación va por un lado y mis ganas de trabajar y mi concentración por otro. Intentaré que se pongan de acuerdo.
– Y ya para terminar… Un consejo para aquellos a quienes nos gustaría escribir un libro, pero no sabemos ni por dónde empezar…
Teniendo en cuenta lo vago que soy me da un poco de pudor dar consejos, pero lo intentaré, ya que últimamente consigo vencer a mi pereza y estoy escribiendo más.
Mi principal consejo si quieres adentrarte en el mundo de la escritura es que pongas en las opciones de tu procesador de texto el “autoguardar” en “cada cinco minutos” o menos, a no ser que escribas, como Woody Allen, en máquina de escribir. Entonces te puedes ahorrar ese paso.
Si eres una persona de bien, trabajadora y constante, no tengo más consejos que darte. Si no es así tal vez deberías seguir leyendo. El problema de algunos aspirantes a escritores es eso llamado constancia, al menos es el mío. Si decides escribir una novela está bien fijar un horario de escritura y todavía mejor intentar cumplirlo. Para evitar fracasos yo no sería muy ambicioso al principio. Buscar un objetivo de, por ejemplo, cuatro o cinco horas a la semana como mucho. Si te parecen demasiadas horas ponle a tu móvil una app que te diga cuantas horas pasas a la semana en las redes sociales y verás que tal vez dedicarle 4 o 5 horas semanales a tu novela no es tanto tiempo. Al menos ese fue mi caso y por eso no suelo tener instaladas las redes sociales en el móvil y apagadas las notificaciones.
Si pierdes mucho tiempo en internet yo desconectaría el módem y el móvil durante las horas dedicadas a la escritura (a no ser que seas un cirujano virtuoso que ha de estar siempre localizado). Es cierto que a veces sentirás que justo en ese momento necesitas buscar de forma inaplazable alguna documentación en internet, y te parezca indispensable conocer la distancia de Soria a Cádiz (866 km) o googlear a tu antigua pareja. Pero hazme caso, eso puede esperar.
Yo, que soy vago y distraído, me voy a escribir a bibliotecas o cafeterías sin llevar el smartphone y no pido la clave del wifi. Tengo un teléfono sin internet que me costó 20 euros y al que le pongo la tarjeta SIM y pasamos muchas horas juntos. A veces lo miro, observo su pequeñita pantalla sin colores, sin notificaciones y siento algo parecido al aburrimiento. Y entonces sigo escribiendo.
Y así, poco a poco, se van sumando páginas. Piensa que si cada semana escribes cinco páginas, a final de año tendrás más de 250 páginas y un gran dominio de los múltiplos de cinco.
Otro consejo es leer lo que piensan algunos escritores sobre el proceso de escritura. Por ejemplo el clásico es el “Mientras escribo”, de Stephen King, que te permitirá saber cómo trabaja un tipo tan eficiente como prolífico y, de paso, cómo descubrir las señales que dirán si eres alcohólico o no. Acudir a un taller de escritura, si tienes la suerte de dar con buenos profesores, también puede ayudar. Y además viene bien dar con gente que comparte tus inquietudes y sus bizcochos, porque a los talleres de escritura siempre hay quien lleva bizcochos.
A veces te dirás: “esto es una mierda, no merece la pena seguir”. Y tal vez lo sea, pero luego puede llegar eso llamado reescritura, que hace milagros. Publicar no es fácil, y eso no depende del todo de ti, a no ser que te pagues la publicación. Pero escribir una novela sí depende de ti, te la publiquen o no, y creo que no está mal la sensación de al menos haberlo intentado. Puede que esto suene a consejo barato de autoayuda, pero la mitad de las letras de las canciones pop también y no por eso dejamos de escucharlas.
Está muy bien esta entrevista, enhorabuena. No conocía al autor pero me gusta su humor. Miraré el libro este del yoga 😉
La entrevista destila el humor del escritor, te ríes con ella igual que te ríes con la novela.